22 September 2017



El siguiente artículo lo escribí como una colaboración con el sitio web Planeteando . La finalidad de este post es explicar algunos de los mitos, preguntas frecuentes y dudas que los terremotos generan en la población en general.


¿Qué es la magnitud e intensidad de un sismo?

Magnitud e intensidad son dos conceptos que a menudo se utilizan de forma intercambiable, pero esto es incorrecto. Aunque ambos están relacionados con las mediciones de un terremoto, la intensidad refleja lo que se siente durante un terremoto en un lugar en particular, y la magnitud es un solo valor que representa la energía total liberada por la Tierra que generó el terremoto.

El tamaño de un terremoto es controlado por la energía que liberó la Tierra y la magnitud es la medida asociada a esa energía. Por lo tanto la magnitud responde a la pregunta: ¿Qué tan grande fue el terremoto? Por otro lado, la intensidad (el temblor que sentimos bajo nuestros pies) responde a la pregunta: Aquí donde yo estoy, ¿Qué tan fuerte se sintió el movimiento causado por el terremoto? Por lo tanto, podemos decir que un terremoto tiene solo una magnitud y muchos valores de intensidad según como se siente en diferentes lugares.



Figura 1: Escalas de magnitud e intensidad.


¿Por qué un terremoto se siente más fuerte que otro?

Ya que hablamos del cómo se siente un terremoto, debemos retomar el concepto de intensidad. La intensidad se ve afectada por factores como la distancia desde el hipocentro (origen del terremoto) y el lugar en el que estamos y las condiciones locales del suelo en el que estamos. Por ejemplo, los suelos blandos se sacuden más que los suelos de roca firme. Para poder entender mejor esto, imaginemos que le pegamos a una mesa dura y a una gelatina blanda: aunque les peguemos con la misma energía (misma magnitud) la gelatina vibrará con más intensidad y por más tiempo que la mesa dura. Es por esto que en la Ciudad de México los terremotos se sienten con mayor intensidad que en otras zonas, pues gran parte de la ciudad está construida en suelo blando.

¿Cómo entender la energía de un terremoto en términos conocidos?

En términos de magnitud, es decir, energía liberada, podemos entender el tamaño de los sismos en términos de otros fenómenos explosivos o destructivos. Por ejemplo, en la imagen, podemos ver una comparación entre la energía/magnitud de un terremoto y otros fenómenos como tornados y bombas nucleares.



Figura 2: Relaciones entre la energía de un terremoto y otros fenómenos.


La escala Richter ya no se utiliza formalmente

En los últimos 50 años, los científicos han desarrollado sismómetros mucho más sensibles que, con computadoras más rápidas, nos han permitido grabar e interpretar las señales sísmicas de mejor manera de lo que era posible en los años 30, cuando se desarrolló la magnitud de Richter. La actual escala de magnitud, conocida como la “magnitud de momento” utiliza además de sismogramas la información del fenómeno físico que ocurre durante un terremoto. A esta información se le conoce como el “momento sísmico”. El momento sísmico define cuánta fuerza se necesita para generar las ondas registradas en la superficie terrestre. Esa información está representada en la escala de magnitud de momento, la cual nos indica la cantidad de energía que se libera durante el terremoto.

Entonces, al referirnos a un terremoto lo correcto es decir: “fue un sismo de magnitud 5, 6, 7, 8, etc.”. Lo incorrecto es decir: “Un sismo de magnitud de 7 grados en la escala de Richter”. La magnitud de momento no está dada en grados y ya no es relativa a la escala de Richter.

Existen otras escalas de magnitud que los sismólogos ocupan para describir la energía liberada por el terremoto al observar diferentes tipos de ondas. Sin embargo, todas las escalas tienen como objetivo darnos una estimación del tamaño de la energía liberada.

¿A qué llaman los científicos “The Big One”? ¿Habrá un gran terremoto? ¿Cuándo? ¿Dónde?

En México, como en todas las zonas sísmicas activas en el mundo, se tiene un registro histórico de los terremotos ocurridos en el pasado. Según el tamaño de cada sismo (su magnitud) y su localización, es posible generar mapas que indican qué área a lo largo de la costa mexicana ha generado sismos y cual no. En la siguiente figura podemos observar la localización y tamaño de varios de estos sismos.



Figura 3: Mapa histórico de terremotos.


La zona de subducción entre la Placa de Cocos y la Norteamericana se extiende a lo largo de la costa oeste mexicana y esta zona genera grandes terremotos, por lo que podemos suponer que a lo largo de toda esa zona ocurran sismos periódicamente. Sin embargo, como puede observarse en la imagen, existe una zona en frente de la costa de Guerrero donde no ha ocurrido un sismo grande en los últimos 100 años. A esta zona los sismólogos le han llamado “La Brecha de Guerrero” (Guerrero Gap). Como no ha ocurrido un sismo significativo en la Brecha de Guerrero desde hace mucho tiempo, los expertos creen que, en el futuro, un terremoto de gran magnitud tiene una gran probabilidad de ocurrir en esta zona. En el contexto de la subducción mexicana, a este posible gran terremoto se le conoce como “The Big One” (El gran terremoto).

Es necesario recalcar que no es posible predecir los sismos. No podemos saber dónde, cuándo ni qué tan grande va a ser el próximo terremoto. Lo que sí podemos decir es dónde ocurrió un sismo y qué tan grande fue. Con base en ello sabemos que la Brecha de Guerrero es una zona donde no ha habido un sismo grande en un largo periodo de tiempo. De todos modos, esto no quiere decir que podemos concluir que toda la zona de la Brecha vaya a romper por completo en un solo terremoto el día de mañana. Puede ser que la energía ahí acumulada durante estos 100 años sea liberada gradualmente con varios terremotos más pequeños. Otra posibilidad es que algunos otros fenómenos, conocidos como “temblores lentos”, puedan estar contribuyendo a que la energía contenida en esta brecha no se libere en la forma de un gran terremoto. De hecho, al hablar de si ocurrirá un terremoto y qué tan pronto será, ya entramos en el terreno de la especulación.

Existen muchos fenómenos que aún no comprendemos del ciclo de los terremotos y es muy irresponsable el afirmar o tratar de predecir un gran terremoto, ya que esto significa espantar a la sociedad. Como buenos ciudadanos debemos estar al pendiente de la información oficial que haya sido obtenida por medio de métodos científicos, observacionales y probados, en lugar de compartir información falsa proveniente de fuentes oscuras y no comprobables. Antes de compartir cualquier información sospechosa tratemos de verificar las fuentes de esta misma.

¿Por qué no podemos predecir un sismo?

La respuesta a esta pregunta tiene que ver con la naturaleza del fenómeno. No podemos predecir sismos porque no tenemos aún ninguna manera de medir lo que está ocurriendo en el interior de la Tierra. Los sismos de gran magnitud se originan normalmente a profundidades que van desde los 10 a los 500 km de profundidad. Técnicamente no podemos tomar mediciones a esas profundidades ya que en primer lugar no podemos cavar pozos tan profundos. Aún si pudiéramos, a esas profundidades la presión y la temperatura son tan extremas que los actuales instrumentos de medición disponibles se destruirían o se derretirían casi inmediatamente.

Se pueden predecir otros fenómenos físicos gracias a que se pueden tomar mediciones de lo que está ocurriendo y, con base en esta información, se pueden proponer modelos computacionales que nos permiten establecer escenarios. Por ejemplo, hoy en día es posible detectar cuáles son las probables direcciones de un huracán, cuánto va a durar una lluvia o si el día de hoy va a hacer calor o frío. Pero, hasta la fecha, no podemos medir de una forma directa lo que está ocurriendo en el interior de la Tierra.

Algunos sismólogos dedican su trabajo a inferir lo que pudo haber ocurrido durante un terremoto mediante la interpretación de los sismogramas observados en la superficie de la Tierra. Los sismogramas son las radiografías de lo que produjo el sismo y los sismólogos son los doctores que tratan de interpretar esas radiografías de una forma física y congruente. Existen investigaciones y experimentos dedicados a simular las condiciones que existen en el interior de la Tierra para así poder simular lo que ocurre antes, durante y después de un sismo. Sin embargo, aún no comprendemos a plenitud los fenómenos asociados y sus consecuencias.

¿Cómo funciona la alerta sísmica? ¿Por que funcionó mucho mejor para el terremoto del 7 de Septiembre y no para el del 19 de Septiembre?

Un sistema de alertamiento sísmico utiliza las redes sísmicas existentes para detectar terremotos de tamaño moderado a grande. Los ordenadores, la tecnología de comunicaciones y las alarmas están diseñados para notificar al público mientras se está produciendo un terremoto. Esto no es lo mismo que la predicción del terremoto ya que para que la alerta funcione el terremoto tiene que estar ocurriendo.

En su forma más simple, un sistema de alerta temprana de terremotos asume que el terremoto resulta de un deslizamiento repentino en una zona pequeña alejada de las ciudades más próximas. Primero, un cierto número de estaciones cercanas al origen del terremoto (hipocentro) detectan las primeras ondas de gran tamaño y deciden si el terremoto es de un tamaño peligroso para las poblaciones cercanas. Si se decide que el terremoto es peligroso, una onda electromagnética es emitida desde esas estaciones cercanas al hipocentro en dirección a las poblaciones en riesgo. Las ondas electromagnéticas viajan a la velocidad de la luz, aproximadamente 90 veces más rápido que las ondas sísmicas. Por eso el aviso de que un sismo está ocurriendo en zonas lejanas a la ciudades llega con antelación al movimiento causado por el terremoto.




Figura 4: Caricatura de cómo funciona la alerta sísmica.


El sismo ocurrido el pasado 7 de Septiembre de 2017 tuvo su origen muy cerca del Istmo de Tehuantepec. La distancia entre el hipocentro de este terremoto y la Ciudad de México es de más de 700 km. En contraste, el terremoto del 19 de Septiembre de 2017 tuvo un hipocentro cercano a la frontera entre los estados de Puebla y Morelos. Para este terremoto la distancia entre el hipocentro y la Ciudad de México fue de alrededor de 120 km. Aunque el sismo del 7 de Septiembre fue mucho más fuerte que el del 19 de Septiembre, la distancia fue mucho más lejana y por eso el daño en las ciudades del centro del país debido a el primer sismo fue menor. Entonces, mientras más lejos se encuentre el origen del sismo de las poblaciones a las cuales se debe alertar, más tiempo se tendrá para avisar y tomar medidas de protección civil.

También debemos tomar en cuenta que las estaciones sísmicas deben estar en la zona exacta donde ocurre el sismo. Esto no se cumplió en el caso del sismo del 19 de Septiembre, ya que muchas de las estaciones encargadas de emitir la alerta sísmica se encuentran en la costa y no en los estados de Puebla y Morelos. No concluyamos que el sistema de alertamiento temprano no sirve o no cumple con sus tareas porque no aviso con bastante tiempo de antelación. El sistema funciona bien y ayuda a salvar vidas cuando las características del terremoto son las requeridas para su óptimo funcionamiento.

¿Cómo se puede explicar este incremento en el número y potencia de sismos? ¿Tiene algo que ver el calentamiento global?

En general, los sismólogos han observado que existe una relación entre el tamaño de los sismos y el número de ocurrencia de estos. Lo que esta relación revela es que hay una gran cantidad de sismos de pequeña magnitud en contraste con los terremotos de gran magnitud. Como se puede observar en la siguiente gráfica, entre 1976 y 2005, ocurrieron alrededor de 100 mil sismos de magnitud 4.5, mientras que solo ocurrió uno de magnitud 9 (terremoto de 2004 Sumatra, Indonesia).



Figura 5: Relación entre magnitud y frecuencia de ocurrencia de los terremotos.


Claro que hoy en día las telecomunicaciones están mucho más desarrolladas que en 2005 o que en 1976, y las noticias de terremotos que ocurren alrededor del mundo nos llegan tan rápido y fácil como un mensaje de texto. Es por eso que existe el pánico generalizado acerca de que hoy en día hay más temblores que antes. Sin embargo, el número de temblores que ocurren en el mundo no ha cambiado y esta ley de recurrencia no se ha modificado. El número de terremotos que ocurren hoy en día es normal y congruente con las observaciones que se han hecho en los últimos 60 años. El pánico fundado en noticias falsas o en el actual eficiente sistema de telecomunicaciones no debe apoderarse de nosotros.

Para más información acerca de los terremotos, sus causas y otros temas relacionados, consulten a las autoridades de Protección Civil correspondientes, al Servicio Sismológico Nacional, al CENAPRED, a ingenieros, a científicos y a todo al que conozca del tema y quiera compartir sus conocimientos. No debemos difundir información falsa que no sustente sus afirmaciones con hechos probados.

¡Sigamos alerta!



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